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Torre Glòries,
el edificio

Un símbolo del skyline
de Barcelona

Jean Nouvel, como Gaudí, se inspira en las formas redondeadas de Montserrat para diseñar su gran obra en Barcelona. La primera piel de la Torre Glòries, la que cubre el muro de hormigón, es una chapa de aluminio lacado en 26 colores distintos con tonos tierra, rojo, azul, verdoso y gris, que se descomponen a medida que se gana altura. La segunda está formada por 52 744 lamas de cristal transparente y translúcido. Esa piel evoca el agua, brillante, lisa y llena de luz tamizada. Es un espejismo en la distancia, vibrante. Un símbolo de Barcelona.

Con sus 144 metros de altura, que convierten el edificio en uno de los más altos de Barcelona, es como un géiser que brota de la tierra y despunta al cielo con su cúpula de cristal. Como tal, despliega una gradación de colores que representa la temperatura del edificio. En la zona baja predominan los colores cálidos, símbolo de la tierra magmática, incandescente. Poco a poco, el enfriamiento impuesto por el agua hace que la piel sea más fría, con tonos azulados que pasan a ser dominantes a medida que el edificio cobra altura. Al final, la cúpula no tiene color, desaparece visualmente, símbolo de la fusión con lo etéreo, el aire.

La planta de la torre no es circular, sino ovoide. Son, en realidad, dos óvalos uno dentro del otro, dos cilindros no concéntricos coronados por una cúpula de cristal y acero. En su interior, 30 plantas diáfanas sin pilares interiores.

Desde su inauguración el 16 de septiembre de 2005, la Torre Glòries, conocida anteriormente como Torre Agbar, se ha convertido en un emblema de Barcelona. Un edificio eficiente, de vanguardia, altamente tecnológico y respetuoso con la ciudad, ejecutado conjuntamente por Jean Nouvel y b720 Arquitectos.

Desde su inauguración el 16 de septiembre de 2005, la Torre Glòries, conocida anteriormente como Torre Agbar, se ha convertido en un emblema de Barcelona. Un edificio eficiente, de vanguardia, altamente tecnológico y respetuoso con la ciudad.

Arquitectura bioclimática, la arquitectura del
siglo XXI

Torre Glòries es un edificio vivo sin el que es imposible explicar la Barcelona del siglo XXI. Una construcción que hace uso de la arquitectura bioclimática, que se adapta al entorno, es sensible al impacto que provoca en la naturaleza y minimiza la contaminación ambiental.

Consciente de que Barcelona es una ciudad de clima suave, con temperaturas elevadas durante los meses de verano, Jean Nouvel diseña una climatización inteligente a base de aislantes térmicos naturales y materiales de baja transferencia calórica: hormigón, aluminio y cristal.

El compromiso del arquitecto con la sostenibilidad es global. Otros factores que contribuyen a esta voluntad de eficiencia energética son:

  • La cúpula permite un buen aislamiento y una ventilación natural. Regula la circulación del aire mediante un acristalado doble.
  • 4400 ventanas consiguen ventilación natural. También contribuyen a aprovechar al máximo la luz solar y reducir el gasto energético.
  • Ninguno de los materiales utilizados contiene formaldehído, asbesto o plomo.
  • La optimización de los recorridos de los ascensores a través de un sistema informático evita consumos innecesarios y asegura el servicio a personas con necesidades especiales.
  • La presencia de espacios destinados al aparcamiento de bicicletas.
  • El uso de gases refrigerantes libres de clorofluorocarbonos para evitar perjudicar la capa de ozono.
  • El aprovechamiento de las aguas freáticas para usos secundarios con el fin de ahorrar consumo de agua.

Sobre Jean Nouvel

Jean Nouvel es uno de los arquitectos contemporáneos de mayor prestigio y proyección internacional. Nacido en una pequeña villa francesa, durante su infancia tiene prohibidas dos de sus grandes pasiones: los cómics y el cine. Según él mismo afirma, aquello le incita a infringir las normas del juego, a esconder los libros y escaparse para ver películas. Una rebeldía que, en el futuro, acaba influyendo en su manera de entender la arquitectura.

Pese a ser uno de los artistas más innovadores y polémicos de los últimos tiempos, Jean Nouvel no crece con la ambición de ser arquitecto. Su gran vocación es la pintura. Su familia accede a que estudie Bellas Artes con la condición de que también curse estudios técnicos. Pero las matemáticas y la física son demasiado complicadas para mezclarlas con la pintura, y eso lo empuja hacia la arquitectura.

A mediados de los años 70, Nouvel funda el movimiento arquitectónico francés conocido como Mars 1976. También es cofundador del Syndicat de l’Architecture. En 1989, la Aga Khan Foundation le otorga el Premio Aga Khan por el Instituto del Mundo Árabe de París. En el 2000 recibe el León de Oro en la Bienal de Venecia; y un año más tarde, en el 2001, tres de las más altas distinciones internacionales: la Medalla Real de Oro del Royal Institute of British Architects (RIBA), el Praemium Imperiale de la Japan Art Association y el Premio Borromini por el Centro Cultural y de Congresos de Lucerna. También es nombrado doctor honoris causa del Royal College of Art de Londres en el 2002. En el año 2008 es galardonado con el prestigioso Premio Pritzker. En Francia, además, obtiene la Medalla de Oro de la Académie d’Architecture, dos Équerres de Plata y el Gran Premio Nacional de Arquitectura.

Entre sus obras más reconocidas, destacan el Instituto del Mundo Árabe de París, la rehabilitación de la Ópera de Lyon, el Palacio de Tours, la Fundación Cartier de París y el Centro Cultural y de Congresos de Lucerna.

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